Sin intención de buscar una respuesta que podría ser categórica, la expresión cuando menos invita a pensar.

En general todo lo que es sano debería ser bueno o por lo menos así se entiende.

Expresiones y palabras cómo integral, biológico, natural, orgánico, sin lactosa, bajo en sal, sin calorías, grasa no hidrogenada e incluso anglicismos cómo light o gluten free; hacen parte de nuestro vocabulario cotidiano y parece que han llegado para quedarse.

Detrás de la mera conducta social o comercial que estas palabras reflejan hay un trasfondo psicológico.

Personas que sienten la necesidad de desintoxicarse (si se me permite la expresión) del ruido, la saturación y el ritmo trepidante del modo de vida en que nos movemos.

Gente que de alguna manera busca ser más individuo y ser menos masa, la misma que reproduce cómo autómata las mismas cosas día tras día y consume compulsivamente una serie de productos fabricados en cadena.

No olvidemos que cualquier producto comercial busca principalmente el beneficio económico de sus inversores (cosa lógica) que en muchos casos no tienen en cuenta la salud de sus clientes.

Todo este panorama puede generar angustia y a pesar de que las ya mencionadas palabras (integral-biológico-natural…) acaban siendo entendidas como un mero término comercial, el hecho de que se invierta en ello quiere decir que cada vez hay más personas que sienten esa necesidad de cambio en sus hábitos alimenticios, deportivos, intelectuales y de ocio.

Personas que abogan por un consumo responsable y de bienestar en todos los campos de su vida, una buena relación consigo misma desde su autoestima y con su entorno desde la tolerancia y el respeto.

Por imposible que parezca hay otras alternativas e iniciativas, colectivos que se organizan y dan vida a propuestas como el movimiento slow o ¡La colmena que dice si!, cuyos miembros establecen entre si una relación comercial sin intermediarios basada en el respeto profundo por las personas y el medio ambiente que al fin y al cabo es la fuente de donde vienen nuestros alimentos.

Y tú… ¿Qué comes?.

Este artículo es una reflexión de Andrés Cortés, masajista en NyB.

 

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